Debate: Retos del agro y paro agrario

domingo, octubre 05, 2014 by

Cerca del 70 % de la oferta nacional de alimentos proviene de unidades familiares. - Foto: Andrés Felipe Castaño/Unimedios
El desafío es el agro
Sep. 13 de 2014
Por: Juan Carlos Barrientos Fuentes,
Facultad de Ciencias Agrarias - Universidad Nacional de Colombia

Los modelos de crecimiento agrícola han agudizado la pobreza y la masiva migración del campo. Desplazamiento, infraestructura y manejo ambiental forman parte de los grandes retos del Gobierno para promover el desarrollo rural colombiano.

Las estadísticas nacionales indican que aproximadamente tres cuartos de la población colombiana son urbanos y un cuarto es rural. Sin embargo, mirando en detalle a los más de 1.000 municipios del país, todavía dos tercios de la población tienen características agrarias.
Dentro de las connotaciones que diferencian al sector rural del urbano se encuentran, entre otras, la cultura, la estructura organizacional y política, la economía basada principalmente en producción primaria y venta de algunos servicios, la baja densidad poblacional, un menor número de fuentes de ingreso, limitada infraestructura física y oferta de servicios, así como una fuerte relación de dependencia de los recursos naturales.
Aunque estas diferencias han disminuido con los años, no existe una línea divisoria sino un gradiente. En Colombia, el territorio agrario se halla fuera del perímetro urbano.
El desarrollo rural consiste en una mejora o aumento significativo y equilibrado de todos sus componentes: económico, financiero, social, cultural, humano, político, medioambiental, tecnológico y físico. Además, implica crecimiento, pero esto no necesariamente significa desarrollo.
Así, los modelos y políticas orientados a mejorar la actividad agrícola en su componente económico han ido demostrando su debilidad para satisfacer la necesidad de “desarrollo” de la zona rural.
De igual forma han agudizado la pobreza y la masiva migración del campo. Una aproximación diferente a ese cambio es el índice de desarrollo humano propuesto por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), basado en indicadores de salud, educación e ingresos, para medir el avance de los territorios.
Menos pobreza y más paz 
Uno de los grandes desafíos para nuestro país es disminuir y eliminar la pobreza (46 %) y la extrema pobreza (22 %) del campo. Los grupos armados al margen de la ley (sic!) han matado y desplazado gente, usurpando cerca de dos millones de hectáreas.
Estos hechos han afectado principalmente a familias de pequeños productores cuyo sustento se basa en la agricultura. La tierra agraria en Colombia está ineficientemente distribuida por su capacidad de uso y su interés social.
De las casi 40 millones de hectáreas, solo el 10 % se dedican a producción vegetal, el  resto están ocupadas por pastos para ganadería extensiva. La concentración de tierra en pocas manos (índice de Gini = 0,86) está decidiendo la estructura de producción agraria, dando prioridad a cultivos genéricos y agroindustriales.
Mientras tanto, cerca del 70 % de la oferta de alimentos proviene de unidades productivas familiares pequeñas, en las que el 70 % tiene menos de cinco hectáreas y ocupa apenas el 10 % de las tierras cultivadas.
Si bien la agricultura es aún la fuente principal de ingresos (entre el 50 % y 70 %) de la población rural, existen otras que están cobrando importancia: comercio, turismo y minería. Incluso, la agricultura es capaz de diversificarse brindando servicios ecosistémicos y agroturismo.
Por otra parte, el insatisfactorio porcentaje de acceso a la educación y las altas tasas de deserción (10 %) restan oportunidades para aumentar el nivel de vida de esta población. En el mismo sentido, es necesario mejorar la oferta de servicios básicos e infraestructura. 
Faltan servicios 
Aunque se presenta una relativa cobertura de energía eléctrica del 80 %, las de agua potable y alcantarillado son bajas, cerca del 70 % y el 50 % respectivamente. La infraestructura vial, la de almacenamiento y comercialización, así como la de salud y educación también requieren de atención.
La zona andina tiene buena infraestructura de transporte, pero las tierras bajas con alto potencial agrario carecen de ella. Hay elementos de desarrollo rural que constituyen motores para otros componentes. Por ejemplo, una educación formal y no formal más eficiente brindaría oportunidades a la población en cuanto al acceso a sistemas y tecnologías de producción, transformación, comercialización, diversificación de las fuentes de ingresos y mayor aprovechamiento de información y conocimientos de interés.
La mejora de la infraestructura es estratégica para producción, comercio, educación y salud. El uso y manejo de los recursos naturales representa otro componente clave en el reto de crecimiento. La degradación y contaminación de suelos y aguas, así como la pérdida de bosques y biodiversidad se están convirtiendo en amenazas a corto, mediano y largo plazo, tanto para la producción agraria, como para la salud y vida de la población rural y urbana.
Estos componentes pueden ser controlados y mejorados a partir de políticas de Estado, pero también de acciones municipales. Por ello, el desarrollo de la gestión y administración municipal es de suma importancia. 
Investigación en el campo 
Una buena parte de la población civil, la clase política y los grupos que toman decisiones asocian claramente a la universidad con el desarrollo rural. Tanto estas como los centros e institutos de investigación (públicos y privados) se ocupan de identificar situaciones reales, recolectar la información necesaria y pertinente alrededor del problema, sistematizarla, analizarla y buscarle solución.
Llevar el conocimiento nuevo y la experticia a la comunidad a través de la extensión es función misional. En el tema, las facultades de Ciencias Agrarias, Economía, Ciencias Sociales y Humanas, y los centros de investigación están en permanente contacto con el territorio, trabajando en cooperación con la gente.
Son muchos los campos en los que trabajan: mejoran la producción agraria y agroindustrial a través de nuevos materiales de propagación, nutrición y control sanitario, así como de nuevos métodos y modelos de producción que optimizan las condiciones de vida del habitante. También contribuyen mediante propuestas innovadoras en vivienda, servicios básicos, salud, seguridad, convivencia, formación y fortalecimiento de capital social, capacidades productivas, gestión y organización de la población y gestión político-administrativa de los gobiernos locales, regionales y nacionales.
La universidad ha jugado un papel relevante para que la sociedad civil participe en los diálogos de paz y desarrolle propuestas para el posconflicto. Sin embargo, una gran limitante de la academia en Colombia es la insuficiente disponibilidad de recursos financieros, humanos y de infraestructura.
Se necesita más presupuesto para formar, investigar y llevar el conocimiento a la comunidad. Otra debilidad, pero también oportunidad, es el trabajo cooperativo entre instituciones del Estado, gremios, ong y empresas con la universidad. Hay sinergias que pueden dar muchos frutos.
Estas y otras consideraciones serán puestas en el escenario del debate, durante el V Foro de Extensión un 2014, denominado “Desarrollo Rural en Colombia”, en el cual se presentarán y discutirán resultados de trabajos de investigación y extensión de la Universidad Nacional de Colombia, que incluyen modelos, enfoques, participación, gobernanza, conflicto, posconflicto y papel de la universidad.


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